Últimos días en Portugal 🔴🟢

 


Hoy vengo a contaros cómo fueron mis últimos días de erasmus en Vendas Novas (Portugal). Esta vez he querido unificar todos los días en una sola entrada ya que la fecha de vuelta a España fue el día 18 y no tenía mucho sentido hacer una entrada casi y en exclusivo para el día 17 de junio.

El lunes 10 de Junio era festivo en Portugal, por lo que no tuvimos que ir a las prácticas. Al ser la última semana tocaba comenzar a empaquetar cosas y comprobar horarios de los transportes para el día 18. La mañana comenzó con una videollamada que tuve con profesores y compañeros del instituto, donde estuvimos comentando aspectos de la defensa del proyecto, que sería el día 19, justo un día después de volver a nuestras casas.

Estaba planeado ir a Landeira con el jefe a jugar al fútbol sala, pero al final no pudo ser porque al ser festivo no había ninguno de los empleados de las instalaciones deportivas que pudiera encender los focos. Así que había que dejar el fútbol sala para otro día.


Después de comer tomamos un baño en la piscina de la casa y cuando fue la hora de cenar se me ocurrió que podíamos ir a un restaurante de Vendas Novas que nunca habíamos ido. Sin embargo terminamos cenando en el Kiko's Cafe, porque el otro restaurante estaba cerrado.

Sí, ese día aproveché para afeitarme.


Esta vez en lugar de pedir bacalao pedimos algo de carne, pero como siempre todo estaba muy bueno y a un precio bastante económico. Era un buen sitio para ir a cenar ya fuese un fin de semana o un día de diario; siempre había gente, retransmitían partidos de fútbol...

 


Después de esta cena nos fuimos a casa a dormir. Al día siguiente nos esperaría nuestra última semana de prácticas.

El martes Eliseo y yo fuimos a las prácticas, donde nos encontramos con nuestra nueva compañera. No se si fue por los nervios o por el idioma o porque Eliseo y yo sólo compartiríamos con ella una semana, pero lo cierto es que fue poco comunicativa con nosotros. El jefe recordó que siendo martes había que hacer el taller sobre marketing; el último taller de marketing mío y de Eliseo y el primero de nuestra nueva compañera. Como de costumbre, otra compañera de la empresa que teletrabaja también se unió al taller, por lo que había que hacerlo por videollamada.


Después del taller Eliseo y yo bajamos a desayunar a a Praça. Donde Rui el camarero estaba esperando también que le llevase mis recambios de dardos, del paquete que compré en el Decathlon de Évora el escogió las plumas negras. Me dijo que por las molestias el café de hoy corría de su cuenta. Muy amable Rui.

Después de una jornada de FCTs en la que Eliseo y yo continuamos trabajando con la página de la agencia de viajes, el jefe dijo que hoy si que se podía jugar al fútbol sala; así que al terminar las prácticas los chicos y yo fuimos con el jefe a Landeira, donde jugamos nuestro último partido de fútbol sala.


Ese día estuvo bastante bien porque tanto Anderson como yo que somos los más malos jugando al fútbol conseguimos marcar un gol (el mío fue en propia, pero el jefe dijo que igualmente era un gol jaja). Eliseo era la estrella, todos los chicos querían jugar con él, creo que de haber ido a jugar más a menudo con ellos al final le habrían puesto una estatua que pusiera "Eliseo, el héroe de Landeira".

De camino a Vendas Novas el jefe me dijo que se acabó mi tiempo de estudiante, que ya por mi edad, mi experiencia y nivel de estudios era el momento de abandonar las aulas y entrar de lleno al mercado laboral. Sabias palabras de un hombre sabio. El martes no dio para mucho más.

El miércoles fue un día tranquilo, en las FCTs, Eliseo y yo continuamos con la web de la agencia de viajes para que estuviese todo hecho antes de irnos. La nueva compañera continuó siendo poco comunicativa; ya nos advirtieron que las chicas portuguesas son bastante selectivas con quien hablan y quien no. Este era un ejemplo más que real. Eliseo y yo fuimos a desayunar a A praça y Rui me propuso jugar a los dardos un rato porque no tenía mucho que hacer en la cafetería. Yo le dije que sí, pero antes había que consultarle al jefe. El jefe dio el visto bueno, así que Rui y yo jugamos un par de partidas.


Después de jugar un par de partidas en las que quedamos empatados, fue mi última partida de dardos en Portugal. Al terminar volví a la oficina y continué con la tarea que el jefe me había encomendado. Cuando llegó la hora de comer Eliseo y yo nos fuimos a casa, donde ya la comida empezaba a ser más improvisada que otra cosa. Ese día tocó arroz con frijoles.


Después de comer volvimos a la empresa donde la tarde estaba siendo bastante cargada de trabajo. A eso de las 4 (hora portuguesa), Eliseo y yo fuimos a tomar algún refresco frío en A praça porque empezaba a notarse que el verano estaba comenzando. Yo me di cuenta de que dentro de muy poco dejaríamos de ver esta marca española con este eslogan.


Después de tomar el refresco fuimos a la tienda de Sara a comprar algo para cenar, cuando volvimos al edificio de la empresa la puerta estaba cerrada. No sabíamos bien el código con el que se abría la puerta, por lo que no podíamos abrir. El jefe estaba reunido y no podía ver los mensajes que le habíamos enviado por teléfono. Por suerte nuestra compañera nos vio y bajó a abrirnos. Creo que al final la primera impresión de chica poco comunicativa era algo lejos de la realidad, le dimos las gracias y subimos los tres juntos a la empresa. Después de las prácticas yo salí a correr, el miércoles no dio para mucho más.



El jueves también fue un día tranquilo, en las prácticas conseguimos hablar un poco más con la nueva compañera, que resulta que no tiene mucha idea de español y tampoco de inglés. Por eso era muy poco comunicativa. Al llegar la hora de comer fuimos a casa y continuamos improvisando comidas. 


Cuando terminó nuestro descanso para comer, Eliseo y yo volvimos a la empresa, donde continuamos con la tarea. A media tarde el jefe salió a la tienda de Sara a comprar pipas para todos. Nuestra nueva compañera no comía pipas (supongo que es cosa del país).


El jefe también nos dijo que al día siguiente quería tener un almuerzo con nosotros (Anderson Incluido) y después ir a la piscina municipal de Vendas Novas, pero que primero había que terminar el trabajo con la web. Así que tocaba activar el modo turbo. Al terminar la jornada de prácticas yo salí a correr por última vez en Vendas Novas, este fue el resultado:



Al llegar a la casa cené con los demás y me fui pronto a la cama. El jueves había llegado a su fin.




El viernes fue un día más interesante, Eliseo y yo fuimos a las prácticas, donde sólo estuvimos con nuestro jefe. La nueva compañera y el otro compañero que solía venir uno o dos días a la oficina no estaban. La mañana estuvo bastante intensa ya que era necesario hacer todo el trabajo del día solo en la mitad de tiempo. A la hora de comer el jefe nos dijo que fuésemos a la peña del Sporting Club de Portugal, Anderson también estaba invitado a la comida.



Al llegar al sitio nos dimos cuenta de que más que una peña era un sitio de ocio en todos sus sentidos, el lugar contaba con una sala donde jugar al billar y un escenario para lo que parecían ser conciertos. También había un apartado donde se podían ver fotos firmadas por jugadores del Sporting; creo que la foto de cristiano no estaba, el también jugó en el Sporting antes de hacerse mundialmente famoso.


En la zona restaurante al ser un día de diario solo había dos opciones para comer, o carne de porco alentejana o burra. Yo pedí la carne de porco alentejana y estuvo muito gostosa. Después de comer y tomar un café el jefe nos llevó a casa para coger el bañador y las toallas; como habíamos comido pronto y la piscina aun no había abierto, volvimos a la oficina a adelantar trabajo para que hubiera menos faena el lunes. Cuando se hicieron las cuatro de la tarde (hora portuguesa) Eliseo y yo fuimos a la piscina municipal de Vendas Novas. Anderson no pudo acompañarnos porque su jefe no le concedió el permiso.


La piscina de Vendas Novas estaba muy bien, contaba con una máquina expendedora de gorros de baño por si eran necesarios, los vestuarios eran grandes, tenía una piscina grande con trampolín y otra para niños pequeños además de contar con mucha sombra. Tuvimos mucha suerte porque el día fue también muy bueno para bañarse. Había mucha gente joven, todos disfrutando del día y del fin de las clases; por pura casualidad nos encontramos con algunos de los chicos con los que jugábamos al fútbol en Landeira. 

El jefe quiso acompañarnos a la piscina, pero no pudo porque su mujer lo necesitaba en casa, aun así estuvimos un rato con el tomando un refresco en Deck. Allí nos dijo que esa misma noche había marchas populares cerca de la plaza de la iglesia y que teníamos que verlas. De modo que cuando Eliseo y yo llegamos a la casa le dijimos a Anderson que podíamos tomar una cena y ver las marchas. Tuvimos la idea de ir al restaurante italiano a cenar, sin embargo al ser un día de actividad en Vendas Novas las camareras del restaurante no daban a vasto, así que tardamos como una hora en comer, aun así valió la pena porque pude probar los tallarines de salmón.



Después de cenar fuimos a las marchas populares y nos dimos cuenta de que casi estaban finalizando, aun así pudimos ver un poco de qué se trataba este acontecimiento. Personas de todas las edades marchaban con trajes (que podían guardar poca o mucha relación con el folclore portugués) en la plaza de la iglesia; justo en la misma calle donde se encontraba el piso donde durmieron mis padres.



Nos dimos cuenta tarde de que podíamos haber cenado también donde se celebraban las marchas, ya que había varios puestos de comida ambulante. Creo que era costumbre de que cada vez que había un acontecimiento importante los bares se desplazaban hacia él con puestos de comida. El ambiente era muy muy diferente a como se ve Vendas Novas el resto de días.




Los chicos y yo nos quedamos un rato en el sitio, ya que parecía que había una verbena. Nos encontramos también con nuestros jefes, a los que saludamos y comentamos un par de cosas con ellos. Al cabo de un rato nos fuimos a casa, al día siguiente tocaba ir a Évora a comprar souvenirs.

El sábado tuvimos nuestra última excursión. Fuimos hacia Évora a comprar recuerdos de nuestra estancia de Erasmus y también ver la Capella dos Ossos (Capilla de los Huesos). Creo que era la cuarta vez que visitábamos la ciudad y ya tenía muy pocas cosas interesantes que no habíamos descubierto.


Después de comprar souvenirs en la Praça do Giraldo nos hicimos esta foto en señal del fin de lo que había sido nuestro viaje al país vecino. A continuación nos dirigimos a la capilla de los huesos, donde estuvimos hasta que se hizo la hora de comer.






El misterio de la capilla consistía en unos frailes franciscanos que querían transmitir un mensaje de que la vida era algo frágil y que la muerte es lo único seguro en esta vida. Para nuestra sorpresa la capilla sólo era una parte de todo el tour que se podía visitar en la Iglesia de San Francisco; por lo que pudimos ver muchas más cosas como objetos que tenían cierto valor histórico y religioso, además de unas vistas magníficas de la ciudad.









Al terminar la visita los chicos y yo fuimos al Restaurante São Francisco, que estaba justo enfrente de la capilla, allí pude degustar las migas alentejanas.


Después de comer no sabíamos qué hacer, lo habíamos visto todo, así que después de dar una vuelta por el centro comercial Évora Plaza cogimos el tren para volver a Vendas Novas. Nos perdimos el primer partido de la Eurocopa, que ya había comenzado. El resto del día fue bastante tranquilo. Cenamos, vimos una peli y nos fuimos a dormir, el Sábado había llegado a su fin.

El domingo fue un día productivo. Me desperté tarde, pero lo primero que hice fue desayunar y tomarme el último baño en la piscina.



Al salir del agua me dispuse a dar una vuelta para ver por última vez Vendas Novas y comprar algo para comer ya que para no acumular comida trataba de hacer pequeñas compras casi a diario.


Después de comer nos pusimos a limpiar la casa y a empaquetar todo el equipaje para que al día siguiente quedasen muy pocas cosas que recoger. Cuando terminamos se nos hizo ya de noche. Recuerdo que esa noche no pude dormir solo de pensar en que podía ser que no me cupiese todo el equipaje en la maleta.


El lunes fue el último día completo que pasamos en Portugal. Como cualquier otro lunes, todos fuimos a nuestras respectivas empresas, Eliseo y yo a la nuestra y Anderson a la suya. Al llegar a la empresa vimos que nuestra nueva compañera también estaba hoy; cuando llegó la hora de desayunar Eliseo y yo bajamos por última vez a A Praça donde probé una tosta de frango (tostada de pollo).


Después de comer este pedazo de tostada tocaba continuar con la web de viajes. No terminé la faena hasta las cuatro de la tarde. Evidentemente hubo parón para ir a casa y comer, como todos los días.

La tarde fue bastante light. Ya estaba todo hecho, el jefe no nos mandó más tarea, trajo pipas para comer y así estuvimos haciendo hora hasta que finalizó la jornada. En ese momento nos despedimos del jefe y quedamos en vernos cuando el visitase España, ya que solía ir de vez en cuando a Valencia y a Barcelona por temas de negocios.

Cuando llegamos a la casa estuvimos terminando de recoger mientras esperábamos a que llegase Anderson. Cuando el llegó a la casa le propusimos salir a cenar pronto para tomar nuestras últimas bifanas. 


Esta vez para variar fuimos a otro restaurante llamado bifanas & compañía, donde tomamos la cena y estuvimos un rato hablando de lo que había sido para nosotros esta experiencia y lo que nos esperaría al volver a España. Cuando llegamos a la casa nos dimos cuenta de que la casera había cortado internet, así que se me ocurrió la idea de ver una película que tenía descargada en mi ordenador. Después de verla nos fuimos a la cama. El martes iba a ser un día muuuuuuy largo.


A la mañana siguiente terminamos de recoger las habitaciones y salimos pronto para la estación de tren. Yo dejé mi habitación como estaba originalmente, ya que era un salón con sofá cama. Eliseo y Anderson también dejaron todo tal cual nos lo encontramos, con la única excepción de que algunas cosas que se compraron para la casa tuvimos que dejarlas por exceso de equipaje; no eran muchas cosas, un par de almohadas, una sartén y poco más. Era inviable llevárselo todo.


Llegamos con casi una hora de antelación a la estación de tren de Vendas Novas, donde el tiempo pasó muy rápido. Estuvimos hablando con familiares, amigos e incluso con los profesores que se encargaban del tema Erasmus para comprobar que todo estaba en orden. Al subir al tren el revisor nos cobró el billete y nos dijo que hacia donde nos dirigíamos, le dijimos que éramos estudiantes de Erasmus y que volvíamos a España. El hombre pensó que éramos estudiantes de un ciclo formativo agrícola, le dijimos que éramos estudiantes de informática, pero pese a que le enseñamos el logotipo de StartUp Alentejo que tenía Eliseo en la camiseta el revisor no tenía ni idea.


Después de un viaje agotador cargados con las maletas hacia la estación de autobuses de Évora, enseñamos los billetes y metimos nuestro equipaje en el bus que nos llevaría a Madrid. El viaje estaba llegando a su fin.



Después de 2 horas y pico nuestros móviles dejaron de mostrar dos horas en la pantalla y únicamente mostraban la hora de España, al girar hacia un lado vi que había una señal que ponía Badajoz. Oficialmente habíamos llegado a España. Después de casi una hora llegamos a Mérida, al mismo sitio donde paramos a la ida para comer, después de media hora volvimos al bus para continuar nuestro viaje a Madrid.


Sobre las siete llegamos a Madrid, donde nos sentamos en la misma cafetería donde nos sentamos en el viaje de ida con Edu (somos seres de costumbres). Sobre las ocho mas o menos cogimos el último bus que nos dejaría en castilla la mancha. Durante el viaje le dijimos a Edu que habíamos batido el record de excursión de instituto más larga, en concreto estuvimos 78 días fuera de nuestras casas.


Eliseo y Anderson se bajaron en El Provencio, donde sus familias los esperaban para llevarlos en coche hasta Villarrobledo, a mi todavía me quedaba un poco más de viaje hasta llegar a mi pueblo, San Clemente. Llegué a las once y media a la estación de autobuses de San Clemente. Había llegado a casa y el viaje había llegado a su fin.






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